
Ingredientes: (2 pax)
- 2 zanahorias
- 2 patatas
- 1 rábano blanco
- 1 cebolla
- 1 puerro
- 2 tomates tirando a verdes
- 1 o 2 ramitas de apio
- 1 o 2 ajos
- Brotes de soja
- 1 par de chiles rojos
- Salsa de soja (ojo a los ingredientes, procurad que no lleve glutamato)
- 1 chorrito de AOVE
- 1 copita de vino dulce japonés (se puede sustituir por jerez, coñac o lo que tengáis a mano)
- Hierba buena y perejil fresco
Preparación:
Se cortan las verduras en rodajas y la zanahoria en juliana gruesa, aunque si preferís también puede ir en rodajas. Yo he puesto estas hortalizas porque eran las que me apetecieron hoy, pero podéis echar las que os apetezcan. Calabacín y pimientos van perfectos, o berenjena, lo que os más os guste, o incluso lo que tengáis a mano.

Se cortan primero las patatas, el rábano, la cebolla y las zanahorias y se colocan sobre una placa de horno, que ya estará precalentado a 180º, se meten en él horno con un chorrito de AOVE (aceite de oliva virgen extra), y mientras se van haciendo, vamos cortando las otras hortalizas.

Metemos los tomates y la mitad del puerro en el horno con las otras hortalizas y se sal pimenta todo el conjunto al gusto.
Para la salsa:
El ajo, el apio, el resto del puerro y el par de chiles rojos se trocean en paisana fina, es decir, trocitos pequeños.
Se pican bien la hierba buena y el perejil y se reservan.
Se echa un chorrito de AOVE en el fondo de la sartén y se doran un poco el ajo, el puerro, el apio y los chiles. Se le echa el vino dulce y se deja reducir a fuego lento. El apio es un gran estimulador del sabor lo que hace que podamos dejar de usar los potenciadores químicos como el glutamato.

Cuando se ha reducido el alcohol, se añade un buen chorro de salsa de soja y un puñado de brotes de soja. Se deja unos cinco minutos a fuego suave para que se mezclen bien todos los sabores.
Una vez asadas, a mi particularmente me gustan al dente, aunque hay gente que las quiere más pasadas, cuando ya toman un color oscuro, se colocan armoniosamente las verduras en un plato.

Se cubren con la salsa y se espolvorea con la hierbabuena y el perejil. La hierbabuena da a la salsa un sabor muy característico, a mi particularmente me encanta, aunque este plato podría hacerse perfectamente sin acompañarlo con esta hierba.
Yo lo he acompañado con pan de albahaca y un buen vino tinto, porque las comidas veganas no tienen porque ser aburridas.
Escuchando a Europe